viernes, 25 de diciembre de 2009

Hohohohoho

No me molesta la navidad. Hasta podría decir que es lindo, pero hace un par de años que simplemente no me llega el "espíritu navideño". Ni ganas de ser mable ni deseos de gastar plata en regalos. O sea, a un par de personas importantes sí, pero nada más...

Pasaron varias cosas esta navidad, pero la más importante de todas fue que el caballero que se viste de Viejo Pascuero en la calle Maipú (el mismo que se pone desde que tengo memoria, en un trineo cuyos renos hechos de papel maché piden a gritos que los jubilen, y que necesita desesperadamente ganar unos kilos y lavar su barba postiza) se desmayó ayer, asumo que a causa del calor. No fui testigo del acontecimiento, pero según lo que me contaron, había un par de niños que miraban la escena un poco desconcertados.

¿Qué mas tiene de bueno la navidad? La cena, ayer comí filete relleno con champiñones. Los especiales de navidad de la tele: no es que me agraden mucho, pero me llama la atención la capacidad de los guionistas para expltar hasta el cansancio la misma "Historia de navidad", de Charles Dickens, en donde el avaro Scrooge recibe la visita de tres fantasmas de la navidad. Sólo hoy en la mañana hubo 2 versiones distintas en TVN, una después de la otra, y no me sorprendería que en la tarde dieran la versión que Bill Murray hizo un par de años atrás:




Pero el punto es que a la gente le gusta esta época. A lo mejor se olvidan por una noche de sus problemas y preocupaciones. Y de repente se acuerdan de Jesús. Buena onda ese loco, tiene la suerte de que su cumpleaños coincide en estas fechas.

¿Se imaginan como sería el nacimiento de Jesús hoy en día? No creo que fuera en un pesebre, me tinca más en una vulcanización , y en vez de encima de unmontón de paja y rodeado de animales domésticos, sería en un par de neumáticos viejos, rodeado del Fito en pana de su padre, don Pepe, y con su mamá, ñora María, tirada en una toalla manchada de mugre y aceite de auto. ¿Y los reyes? Tres hermanos: Melchor, Gaspar y Baltazar Reyes Pereira, que andaban medio perdidos siguiendo las indicaciones para llegar a la vulca después de haber reventado el neumático de la camioneta que los llevaba al oriente, a Mendoza probablemente. Y le regalarían incienso con olor a Cannabis, jabón líquido o alcohol gel para limpiarlo un poquito y 10 lucas para pasar la noche bajo techo. No habría sido tan malo después de todo...


jueves, 17 de diciembre de 2009

Todos nos caemos de repente...

Cuando salí de cuarto medio, la premiación se realizaba antes de la licenciatura, porque eran 8 cursos y habría tomado mucho tiempo hacer todo junto. Como buen colegio público, la organización era super mala, así que tuvimos que bajar nuestras propias sillas de la sala de clases: mi sala estaba en un segundo piso, a un par de metros del patio donde se realizaba el acto.
Cuando bajaba con mi silla, al llegar a la escalera, las patas de la silla que llevaba se enredaron con los fierros que formaban el pasamanos de la escalera. Y entonces pasó algo curioso... para describirlo voy a echar mano de toda mi capacidad de descripción: al ser YO el que llevaba la silla, ubicado detrás de ella y le daba impulso (como en esta imagen, pero en vez de ser una niñita, era yo con uniforme de colegio y el pelo muy mal cortado), el que la silla quedase atascada con algo no significaba que yo me quedara atascado; en otras palabras, aunque la silla dejó de moverse, yo seguí avanzando. EL resultado fue que mi impulso, y la inercia del movimiento, me llevaron a continuar moviéndome hacia adelante, aunque la silla se interpusiera en mi camino. Obviamente la energía cinética que me impulsaba debía irse a algún lado, y resulta que no lo hizo, solo produjo que yo cambiara mi dirección: en vez de seguir moviéndome hacia adelante, empecé a moverme en diagonal con respecto a la silla y el suelo...

Resultado de toda esta larga perorata: ese día sufrí la caída más aparatosa que recuerde... pasé por encima de la silla y rodé por la escalera, todos los escalones hasta llegar al descanso. Me vio todo el colegio, y en un acto muuuuuuuy atípico, muy impropio de nuestra idiosincrasia, todos se cagaron de la risa hasta la muerte.

Lo buen fue que no me pasó nada, salvo que me convertí en "el weon ese po, el que se sacó la chucha el día de la premiación"...

sábado, 5 de diciembre de 2009

De cómo un hombre violó la mente de tres generaciones

¿Por qué nunca he hablado de Star Wars en este espacio que se dedica a la vida cotidiana? Ni idea. Pero ya era hora.

Hace no mucho tiempo, en un pueblo que queda bastante cerca (deben ser unos 16 años atrás), vi en la entonces Corporación de Televisión de la Pontificia Universidad Católica de Chile (hoy Canal 13) el episodio IV de la trilogía original. Y la verdad es que no recuerdo que me haya impactado mucho, quizás por lo chico que era y porque no tenía nadie con quien comentarlo. La revelación llegó cuando mi primo me prestó su recién adquirida edición especial de la trilogía, en unos hermosos VHS de colección. Las vi una y otra y otra y otra vez... hasta el cansancio. hasta que recordaba diálogos enteros.

Cuando llegó la trilogía nueva, era el año 1999, yo estaba en sexto básico. No sabría cómo describir lo que mi hermano y yo sentimos cuando mi mamá nos llevó a la casa la versión más pirateada que he visto en la vida, pero con una calidad de imagen bastante decente. Los otros dos episodios completaron la más emocionante historia que he conocido nunca...

¿Cómo podría describir lo que sentí al terminar de ver el episodio 3? Fue como... como... estar en una habitación llena de políticos corruptos muertos de sed mientras yo bebo agua fresca frente a sus ojos, y dejo caer al suelo lo que me sobra. Fue como terminar de comerte el bife chorizo más delicioso que hayas probado en tu vida, y saber que basta con volver a ese restaurante para comerlo de nuevo. Fue como saber que pasado mañana ese resfrío de mierda se va a pasar, y que vas a sentirte mejor nuevamente. Fue como llegar a la caja del banco después de una cola que duró 7 horas...

De más está decir que esta es la única violación mental que he aceptado, y probablemente sea la única que aceptaré...